Desliza

hacia abajo

keyboard_double_arrow_down

Esta fotografía muestra la avenida Panamericana en el Mercado Campesino de Tarija, una de las zonas con más importancia comercial de esa ciudad.

A primera vista, nada fuera de lo ordinario. ¿Pero qué sucede si pintamos las distintas regiones de la calle en función a quién la ocupa?

En rojo, marcamos el espacio para los automóviles; en celeste, el espacio de los peatones; y en verde, el espacio de las plantas y árboles.

Si medimos la cantidad de pixeles en esta fotografía, resulta que el 84% del espacio transitable está dedicado a los automóviles. Prácticamente la gente no tiene espacio para caminar.

Aquí tenemos a la Av. Ayacucho en Cochabamba.

Si aplicamos los colores y medimos la cantidad de pixeles, tenemos casi el mismo resultado: el 74% del espacio público es para el automóvil.

Y en La Ceja de El Alto las cosas no son diferentes.

Aquí, el 80% del espacio transitable es para el automóvil.

De hecho, en las fotografías de Tarija y La Ceja; podemos ver cómo la falta de espacios obliga a las personas a caminar sobre vía, exponiéndolas al riesgo de sufrir accidentes.

¿Por qué el diseño de las calles está favoreciendo únicamente a los automóviles y se está olvidando de los peatones?

El 2016, en Cochabamba se inauguró el distribuidor Beijing, una construcción masiva de redes vehiculares que conectan la Av. Beijing con la carretera Blanco Galindo. Es el distribuidor vehicular más grande de Bolivia y se estima que costó 116 millones de Bolivianos.

En su punto más ancho, antes de juntarse con la infraestructura de autopistas que forman un anillo de concreto gigante, la avenida se extiende hasta 18 carriles, separados únicamente por una pequeña jardinera que divide el tráfico en dos direcciones.

Para que los vehículos puedan moverse a grandes velocidades sin ser interrumpidos, la avenida Blanco Galindo tiene muy pocos semáforos y pasos peatonales. En su lugar, se han construido decenas de pasarelas; infraestructuras que, además de ser mucho más caras que una simple señalización, son difíciles de cruzar para niños, mujeres embarazadas o personas de tercera edad.

Aquí, recurrentemente suceden accidentes automovilísticos, se atropellan a peatones y se dañan las propiedades cercanas. El trayecto está lleno de postes de luz caídos, verjas torcidas y tumbas simbólicas en honor a la gente que perdió la vida en algún accidente. No por nada en Cochabamba se conoce a la Blanco Galindo como la "Avenida de la Muerte".

Los Planes de Movilidad Urbana nos indican que, por ejemplo, en ciudades como Cochabamba y La Paz, aproximadamente el 26% y 20% de la población se moviliza a pie o en bicicleta, respectivamente. Ya sea para ir al trabajo, para ir de compras, a la escuela, los bolivianos no sólo nos movemos en automóvil, también caminamos.

Sin embargo, las vías se están construyendo para servir un sólo tipo de transporte: el transporte motorizado. Cada día vemos cómo los gobiernos municipales anuncian la ampliación de varias avenidas y la construcción pasos a desnivel.

¿Cómo es que las calles bolivianas terminaron construyéndose únicamente para el automóvil?

El olvido de los peatones. Cómo los automóviles se convirtieron en el centro del diseño de las calles bolivianas


Proyecto: Ciudatos Bolivia 🏙

Los autos no son necesariamente malos.


El automóvil es una de las formas más efectivas que tenemos para movernos de un lugar a otro por las ciudades y a través de grandes distancias. Los autos transportan personas, bienes y recursos que son fundamentales para la economía y el abastecimiento de la población.


De hecho, en Bolivia, moverse en automóvil tiene muchas ventajas. Por ejemplo, el precio transporte público es bastante accesible en comparación a otros países de la región. Además, las líneas de transporte público son bastante eficientes en términos espaciales, pues llegan incluso hasta los barrios más alejados y periféricos.


Además, lo más importante es que miles de bolivianos trabajan en el rubro del trasporte. De acuerdo con la Encuesta continua de empleo del cuarto trimestre de 2022, 435 mil personas en el país se dedican al transporte, siendo la mayoría informales, afiliadas a sindicatos o cooperativas. Es decir, ¿quién no conoce a alguien que alguna vez ha trabajado como transportista?

La historia de los automóviles en Bolivia comienza a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.

Hacia 1900, figuras como Nicolás Suarez, el gran empresario de la goma en -la entonces aislada- Santa Cruz; Arthur Posnansky, investigador austrohúngaro nacionalizado boliviano; y el comerciante cochabambino Jesús Aguayo, trajeron los primeros automóviles al país.

Para la década de 1930, comenzaron a aparecer las primeras asociaciones de transporte motorizado urbano, que poco a poco fueron reemplazando a los tranvías eléctricos. Los primeros buses y colectivos eran adaptaciones de los modelos de automóvil de la época y se los conocía como "cajitas" o "chaucheros".

Aquí nacen las primeras asociaciones de transporte público, como por ejemplo, en La Paz, la línea de micros 2, fundada en 1938.

Desde de 1940, las ciudades bolivianas crecieron enormemente y con ellas la necesidad de más líneas de transporte y caminos. Se construyeron nuevos barrios en la periferias urbanas y los sindicatos de transporte vieron allí una oportunidad para crear nuevas rutas.

Entre los 60 y 70, a medida que crecía el parque automotor tanto privado como público, incrementó el congestionamiento vehicular en varias ciudades. Es así que, por ejemplo, en la década del 70, en Cochabamba se ordenó la expropiación y demolición de varias viviendas para ensanchar la Avenida Heroínas y se comenzó a construir la actual avenida Ayacucho.

En los 80, tras la relocalización minera y el decreto 21060, miles de personas migraron del campo a las ciudades y consiguieron empleo afiliándose a alguna línea de transporte u ofreciendo sus servicios como taxistas individuales. Al mismo tiempo, muchas familias bolivianas se compraron automóviles de uso particular.

En este gráfico podemos ver el enorme crecimiento del parque automotor en Bolivia del 2003 al 2022. Entre estos años, se pasó de 400 mil a 2 millones y medio de motorizados en todo el país.

Para el año 2000, el automóvil ya se había consolidado como una de las formas más importantes que tenemos para movernos por las ciudades; además de convertirse en una fuente generadora de empleos, tanto para los transportistas afiliados como para los privados.

El crecimiento del parque automotor en las ciudades, como señaló la arquitecta Mercedes Machicado en una entrevista que le hicimos, dio pie a nuevos problemas urbanos, como grandes estancamientos, la contaminación del aire y la crisis de la seguridad vial.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística, el 2021, se registraron 15.377 accidentes automovilísticos. La mayoría de ellos fueron colisiones, choques a objetos fijos y atropellos por exceso de velocidad.

Algunas causas y consecuencias del mal diseño de calles


Un buen diseño de calles es capaz dar mayor seguridad a los peatones y reducir el riesgo de accidentes de tránsito. Pero curiosamente, pese al incremento y la gravedad de los accidentes automovilísticos, los gobiernos municipales están invirtiendo millones en distribuidores vehiculares y en el ensanchamiento de avenidas, yendo a contracorriente de los enfoques más modernos de planificación y diseño urbano.


Las nuevas corrientes de planificación urbana, plantean que las ciudades sean más que simples corredores para vehículos. Los nuevos urbanismos tratan de fomentar la movilidad activa, es decir, moverse por la ciudad caminando o en bicicleta, lo cual trae grandes beneficios para la salud y el medio ambiente. Una de las cosas que se debe hacer para construir una ciudad caminable, precisamente es diseñar las vías pensando también en los peatones: crear aceras más anchas, mejorar la señalización y dar más espacio a ciclovías.


Pero uno de los problemas es que los municipios no consideran que el diseño de calles seguras es una responsabilidad suya. En una entrevista con Ximena León, experta en ingeniería del transporte que trabajó varios años en la Alcaldía Municipal de La Paz, nos contó que muchas veces el gobierno omite la inversión en aceras, porque creen que la construcción de estas es una responsabilidad de los vecinos y no un problema público.


Lamentablemente a los funcionarios la acera no les importa. En un proyecto de barrios de ladera en La Paz, nosotros les preguntamos por qué solamente estaban diseñando la vía para el automóvil y ellos nos responden que la acera debería implementarla el vecino. Ahí se ve que lo único que entiende el municipio por movilidad urbana es el diseño de la vía para el vehículo y el resto no importa.

Dejar esta responsabilidad a los vecinos tiene malos resultados. Por ejemplo, en una investigación sobre la Ceja de El Alto, se observó que aunque la normativa determina que para construir sobre un terreno se debe destinar el 10% del área a aceras, los dueños construyen sus edificios ocupando el 100% del espacio disponible. Esto es algo que sucede en todas las ciudades bolivianas, en mayor o menor grado.


Pero el diseño de calles también responde a intereses políticos. Como nos indica Bianca de Marchi, Investigadora de movilidad y fronteras de la Universidad Arturo Prat en Chile, las asociaciones de transporte son actores políticos con gran poder de decisión y presión a nivel municipal, que impulsan una agenda de planificación urbana centrada solamente en sus necesidades. Esto, junto con los intereses electorales de los gobiernos municipales, se traducen en un diseño de calles anchas, y la construcción de obras carísimas como pasos a desnivel.


Cuando ves la gestión pública, hay que pensarlo en términos electorales y así entiendes muchas de las cosas que se hacen. Creo que el tema de la infraestructura urbana prácticamente no pasa por ningún filtro de decisión técnica o de un proyecto de ciudad. Lo que importa es llegar al momento del voto (...) Entonces lo que tienes son obras de infraestructura que son electoralmente importantes, que cumplen con ciertos sectores sociales. Los pasos a desnivel y los famosos distribuidores, además, se ven electoralmente simpáticos (...) en muchos casos las obras no responden a lo que necesita realmente la circulación vehicular.


El poco interés por diseñar calles seguras, y el gran poder con el que cuentan los automóviles en los municipios lleva, además, a una cultura de manejo sumamente irresponsable, y en muchos casos, violenta e ilegal.


Por ejemplo, en noviembre de 2020, en Cochabamba, quemaron la infraestructura ciclista de la calle Ecuador, una cicloruta que constantemente es vulnerada. Como se explica en una investigación, en Bolivia los conductores invaden con mucha frecuencia las ciclovías, dañando la infraestructura y la integridad física de muchos ciclistas, pese a las prohibiciones municipales.


En otros casos, hay conductores de automóviles o motocicletas que invaden las aceras, tomando el poco espacio que tienen los peatones en las calles. Un caso sumamente grave se dio en Santa Cruz, en agosto de 2022, en el que un motorizado atropelló y asesinó a un niño que caminaba en la acera de su barrio.


Ante la escalada de accidentes automovilísticos e inseguridad vial, el diseño de calles más seguras, la búsqueda de la caminabilidad, y el desarrollo en una cultura automovilística que respete a los peatones debería ser una prioridad política para nuestras ciudades, pero lamentablemente, eso parece estar lejos de suceder.

Créditos


Autoría

Valeria Peredo (Redacción)

Ever Vino (Visualizaciones interactivas)

Natalia Calle, Leonardo Zeballos, Mateo Zubieta, Viviana Silva (Revisión Hemerográfica y fotografías)


Entrevistas

Mercedes Machicado (Arquitecta, Universidad Autónoma Juan Misael Saracho)

Bianca de Marchi (Experta en movilidad transfronteriza, Universidad Arturo Prat de Chile)

Ximena León (Arquitecta, experta en movilidad urbana, Instituto Boliviano de Urbanismo)


Edición

Alex Ojeda, Lab TecnoSocial


Videos

Visiting La Paz, Bolivia in 1972

La Paz, Bolivia (1971)

Timelapse Distribuidor Beijing


Acerca de este proyecto


Un par de meses atrás, en el equipo de Ciudatos Bolivia, nos pusimos a fotografiar calles importantes para el transporte urbano y para la vida en las ciudades en las que vivimos. Fotografiamos mercados, centros de entretenimiento, avenidas troncales, rotondas y, en general, lugares de gran concentración humana.


Procesamos las fotografías con la Herramienta Arrogance of Space Mapping Tool, que nos permitió determinar los porcentajes del espacio transitable ocupado por los automóviles. Puedes aprender más sobre la herramienta aquí.